La Hora final de Tycho PDF Imprimir E-Mail
Escrito por AGRAMAR   
sábado, 12 de diciembre de 2009
Cedido por: THinKeR



El batir de unas poderosas alas, un sentimiento de profunda melancolía. Así es como debería llegar... compañeros de armas atrapados en una batalla a muerte. Entonces le vio, una vez su hermano, su enemigo ahora. Un relampagueo de hojas y una explosión de sangre, espasmos de dolor surgiendo de su cuerpo como si de descargas eléctricas se trataran, y él... abrió sus ojos, con su cuerpo cubierto de un sudor con brillo aceitoso, su boca llena de sangre.

Se la trago y recorrió con su lengua sus dientes, luchando contra las visiones. Pero, sin importar lo fuerte que intentara apartarlas, estaban siempre ahí, acechando en el fondo de su mente.



El Capitán Erasmus Tycho se puso en pie y se dirigió a la salida de la capilla, deteniéndose al ver al Capellán Lemartes inmóvil en el pasaje abovedado, con su cara rodeada por las danzantes sombras arrojadas por la electro-antorcha.

“¿Las has vuelto a ver?” - pregunto Lemartes.

Tycho asintió lentamente. “Si...” – murmuro, “Las veo incluso ahora. Puedo sentir su dolor, me esta destrozando”. Lemartes se acerco a Tycho y le poso las manos en los hombros. Siempre había sabido que esto llegaría, pero aun así sentía lastima. Habiendo convenido que esto sucediera en Armageddon, podía ver en la mirada vidriosa de Tycho, y descubrir que una parte de su mente ya no era suya, que había sido devuelta a la época de la Gran Traición. A la ultima batalla del Primarca Sanguinius, hasta su muerte.

“¿Han considerado mi.... petición?” – pregunto Tycho.

“Si, amigo mío” – replico Lemartes tristemente.

“¿Y?”

“Podrás hacer lo que desees, Erasmus”. El honor de liderar la defensa suicida de mañana a la brecha de Tempestora es tuyo. “Ven, he de recitar el Moripatris.”



Vestido con su recién pintada armadura negra, Tycho clavo la mirada fijamente en la asediada Ciudad Colmena de Tempestora mientras el Capellán se movía entre las tropas de la defensa suicida, los primeros hombres hacia la brecha. Los primeros hombres en morir. Sintió como su pulso se aceleraba y su respiración también... El Palacio Imperial esta en ruinas, han muerto cientos... Parpadeo y miro a los gigantescos Gargantes... Los Titanes de cara demoniaca acechaban entre los escombros de Terra como Dioses de Rapiña, matando y destruyendo todo a su paso... Trastabillando hacia las posiciones de disparo antes de la Colmena. En alguna parte del cráter infernal delante suyo estaba el enemigo que le había desfigurado terriblemente hace tantos años... La traición de un hombre le había traído hasta aquí, el orgullo y la presunción de un hombre. Pero tenían una oportunidad de terminar ahora. Su Emperador había decidido hacer la guerra a Horus y Sanguinius de los Angeles Sangrientos no le fallaría... El Capellán Lemartes se detuvo frente a Tycho y sumergió su dedo en un cáliz repleto de sangre. Ungió el yelmo de Tycho con sangre haciendo la forma de la Cruz de San Andrés puntiaguda y dijo, “Con mi sangre yo encomiendo tu alma la Emperador. Que el te guíe en este dia.”

“Y a ti también Dorn.” –replico Tycho, agarrándole la mano con su antebrazo, muñeca contra muñeca. “Una ultima vez hermano.”

“Si” –asintió Lemartes, sabiendo que Tycho estaba condenado. “Una ultima vez.”


Tycho aplasto a otro pielverde contra los escombros con un barrido de su Puño. Huesos rotos y sangre derramada. La cima de la brecha estaba solamente a 10 metros suyo. El fuego enemigo hilvanaba un camino hacia él, explotando violentamente la tierra a su alrededor. Sintió los poderosos impactos, pero los ignoro, cargando hacia los escombros esparcidos en la pendiente. El polvo y el humo sofocaban el aire. Todo lo que podía ver eran formas penumbrosas a su alrededor... hermanos Marines Espaciales, sus juramentos de lealtad son cenizas en el polvo. Les odiaba como nunca nadie había odiado a nadie antes. Una espada se balanceo hacia su cabeza, golpeando sus hombreras y rasgando hacia arriba... La mascara dorada de Tycho se desgarro en un baño de sangre y carne. Aulló de furia, manteniéndose en lo alto de la brecha, rodeado por sus enemigos. Los Orkos se apiñaron alrededor de los Angeles Sangrientos, muriendo en docenas mientras la rabia de 50 años atrás de Tycho se vertía por sus venas. Detrás suyo, el ultimo Marine Espacial de la defensa suicida caía debajo de las hojas de los Orkos... los otros han caído, separados en la Teleportación. Estaba solo... Tycho lucho con la fuerza de las leyendas, luchando y matando a todo el que se le acercaba. Hizo un barrido con su espada y continuo con su carnicería, su hoja se levantaba y caía con la sangre Orka revistiendo su hoja. Ningún arma podía atravesar su armadura, ninguna bala podía detenerle. Los cuerpos de los Orkos le rodeaban, formando su altar de muerte. La humareda se aparto y un enorme y poderoso Orko, enfundado en una armadura mecánica cruzo los escombros ruidosamente hacia él. Nubes de humo negro salieron de unos tubos oxidados y unas enormes garras chasqueaban es sus brazos. Tycho gruñio mientras la inextinguible furia de la Rabia Negra le consumía totalmente...

Horus, el mayor y mas querido de los Primarcas. ¿Por qué?, Podíamos haber conseguido todo lo que habíamos soñado, ¿Por qué?. Horus no dijo nada, girando su garra. Salto hacia atrás esquivando la poderosa garra, dando vueltas alrededor del Traidor. Sanguinius salto con el pie por delante hacia Horus, sintiendo como se rompían sus colmillos bajo el talón de su pie, aterrizo suavemente y rodó alejándose de Horus antes de que pudiera reaccionar. Su espalda estaba contra un muro, sin ningún lugar adonde huir, solamente podía avanzar. Los dos hermanos se encontraron espada contra espada y Sanguinius se dio cuenta de que no podría vencer a Horus. Su espada se partió y Horus clavo sus garras a través de su armadura profundamente en su abdomen. Un estallido de atormentadora agonía surgió de su pecho cuando Horus le arranco el corazón. Sanguinius escupió sangre al rostro de Horus y siseo, “Moriré aquí, ¡¡pero tu también conmigo Traidor!!”, levanto su puño y rasgo la garganta de su enemigo en una lluvia de sangre. Sintió como el agarre de Horus se debilito y cayo al suelo, con su fuerza vital derramándose de su destrozado cuerpo. Pudo escuchar vagamente como sus compañeros le llamaban, pero a cada segundo que pasaba, el eco de sus voces se apagaba poco a poco. No había fallado a su Emperador. Sonrió y cerro sus ojos mientras la vida le abandonaba.

Lemartes observo como el pequeño grupo de Marines Espaciales transportaba el cuerpo de su Capitán en volandas a través de las líneas Imperiales. La brecha había caído y el anillo exterior de fortificaciones estaba ahora en manos Imperiales. Tycho había mantenido la brecha lo suficiente para que el resto del ejercito alcanzase los muros y salvara el dia. Con una ternura que contradecía la apariencia sangrienta de los Angeles Sangrientos, depositaron a su Hermano, el Capitán Erasmus Tycho a los pies del Capellán Lemartes. Se arrodillo al lado del cuerpo ensangrentado, poniendo una mano en su frente y clavando la mirada en la cara de su amigo. Quizás fuera la relajación de los músculos que sobreviene con la muerte, pero creyó ver dulzura en los rasgos de Tycho, aun a través de la terrible desfiguración de su rostro.

Deseó que fuera así.

“Hasta siempre hermano” –susurro. “Nunca serás olvidado.”

 Sacado y retocado de THE OEPHIRIUS LIBRARY-SYSTEM



 
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