Aun'shi - Tau Etereo PDF Imprimir E-Mail
Escrito por AGRAMAR   
martes, 06 de mayo de 2008
He sufrido mucho dolor para llegar a aprender a no reirme de las acciones de los alienigenas y a no llorar por ellas ni odiarlas, sino comprenderlas."
- ATTR. Aun´shi

 

Aun´shi es un modesto héroe de numerosas batallas que ama la paz, pero cuya lealtad hacia sus camaradas lo empuja a luchar con ellos en la guerra. La Casta del Fuego lo idolatra y es visto como un talismán de la buena suerte por aquellos con los que ha luchado.

Cuando se produjo esta famosa batalla, Aun´shi se acercaba ya a los cuarenta años de edad, un edad muy avanzada para un Tau, y se disponía a retirarse y pasar sus últimos años en el paraíso del planeta Au´taal. Llevaba sobre los hombros una vida muy respetada y había pasado muchos años ayudando al imperio a expandirse por el espacio sirviendo de guía para los Tau que estaban a su cargo. Nacido en el temperamental clan de los Vior´la, Aun´shi, posiblemente, comprendía mejor a la Casta del Fuego y su manera de hacer la guerra. Se dice que, en una ocasión, se atrevió incluso a unirse a sus rituales de batalla y desplegó tal nivel de dominio con su lanza del desafío, que ni siquiera el Shas´vre pudo atravesar sus defensas. Su habilidad con ella había alcanzado el punto en el que espíritu, arma y cuerpo habían conseguido una completa armonía.

En el que se suponía que iba a ser su último destino, Aun´shi dirigió una fuerza de colonización tau a un mundo llamado Kel´tyr, el mundo más nuevo del imperio tau. Infestado de Orkos Zalvajes, el avance inicial por este mundo fue lento, pero, gracias al liderazgo de Aun´shi, las escuadras de guerreros de la Casta del Fuego pronto consiguieron expulsar a los Orkos de las zonas principales de colonización tau. Al cabo de cuatro años, el mundo florecía y los Fio contruyeron varias hermosas poblaciones en la masa continental principal. Fio´vash era una de estas poblaciones, un puesto minero en las laderas de una cordillera rica en mineral a unos seiscientos kilómetros al este de la capital. Mientras se hallaban en una misión de inspeccción de los asentamientos, Aun´shi y sus guardaespaldas quedaron atrapados en Fio´vash cuando una horda de Orkos Zalvajes la rodeó y lanzó un ataque sorpresa para capturar la mina.

 

La guarnición existente en Fio´vash había aumentado con la Guardia Personal de Aun´shi, así que los Orkos fueron masacrados a cientos. En los primeros compases de la lucha, el Shas´vre de los Guerreros de la Casta del Fuego fue decapitado por un enorme Noble Orko. La pérdida de este heroico guerrero provocó el pánico entre las filas de los guerreros tau y pareció que su defensa iba a desmoronarse. Entonces, Aun´shi se colocó de un salto delante del Noble y lo cortó en dos con un golpe de su lanza del desafío, clavándosela hasta el mango. Fortalecidas por el valiente desafío del Etéreo, la línea de los Guerreros de la Casta del Fuego se reafirmó y se lanzó contra los Orkos. Los Orkos atacaron una y otra vez Fio´vash y una y otra vez Aun´shi dirigió a los defensores, luchando junto a sus guerreros y animándolos a realizar indescriptibles actos de valor. Envió a varios guerreros con armadura "Sombra", junto a un Kor, a informar a la capital, pues sabía que, frente a tantos Orkos, solo era cuestión de tiempo que fueran aniquilados.

La batalla continuó; los defensores tau luchaban en medio de los edificios en llamas. Los Guerreros de la Casta del Fuego combatieron al límite de su valor y resistencia, unidos gracias a la implacable voluntad de Aun´shi. Cada vez que su línea vacilaba bajo el asalto orko, Aun´shi estaba allí para despedazar a una docena de Orkos con los nebulosos y relampagueantes sesgos plateados de su acero. Aun´shi se movía con la fluidez del agua, esquivando mortíferos golpes, girando y ondulándose en el aire en una graciosa danza de muerte. Cada vez que atacaba varios Orkos morían y, pronto, ni uno solo se atrevió a acercarse a él, temerosos de este guerrero imposible de abatir. Los Tau se vieron obligados a retroceder hacia el perímetro interior de las defensas construidas por los Fio y allí se prepararon para el próximo asalto. Aun´shi seguía al frente de los Guerreros de la Casta del Fuego supervivientes, esperando que el Kor hubiese conseguido informar a la capital de su situación.

 

Los pieles verdes atacaron otra vez y, a pesar de que los Guerreros de la Casta del Fuego acababan con cientos de Orkos a cada andanada, simplemente no consiguieron abatir a los suficientes como para impedir que alcanzasen las defensas. A lo largo de todo el abrasador día, los Orkos cargaron contra las defensas y el montón de muertos crecía a cada segundo, pues los Tau disparaban con siniestra eficacia. Los muros defensivos empezaron a ceder en varios puntos y los Orkos penetraban por estas nuevas brechas en cuanto se abrían, apelotonándose sobre las Armaduras de Combate y derribándolas. Cada vez que los Orkos se introducían por una brecha, Aun´shi dirigía un contraataque para expulsarlos del recinto. Al acercarse el anochecer, seguían con vida menos de cincuenta Guerreros de la Casta del Fuego y ambas fuerzas presentían que el fin estaba cerca. Cuando los Orkos se reunieron para el asalto definitivo, Aun´shi ordenó una retirada hacia el templo apresuradamente fortificado del centro del pueblo, pues sabía que eran demasiado pocos como para proteger toda la extensión de las defensas. Los guerreros prepararon la munición que les quedaba, mientras los obreros de la Casta Fio empuñaban sus picos y palas, preparándose para el combate cuerpo a cuerpo.

Con un rugido de pura rabia, los Orkos atravesaron los muros de defensa y se adentraron entre los edificios, quemándolo y destruyéndolo todo a su paso. Los Guerreros de la Casta del Fuego dispararon desde las mirillas preparadas a tal efecto y debilitaron considerablemente la primera oleada de Orkos, pero no lo suficiente como para evitar que alcanzasen el templo. Los Orkos se dirigieron hacia la puerta empuñando gigantescas hachas y treparon por las paredes para reventar el techo y dejarse caer gritando sus bestiales gritos de guerra. Los primeros en entrar en el templo fueron rápidamente abatidos, pero siempre aparecían más Orkos para sustituir a los caídos. Aun´shi se colocó, dispuesto a luchar, frente a la puerta que, finalmente, había sido arrancada de sus goznes y blandió su lanza del desafío trazando largos arcos. Si iban a morir, morirían juntos.

De repente, los Orkos quedaron silueteados por una serie de ensordecedoras detonaciones que se produjeron detrás de ellos. Atravesando las llamas, aparecieron las grandes formas de docenas de transportes Mantaraya, escupiendo su potencia de fuego letal mientras de su interior desembarcaba escuadra tras escuadra de Guerreros de la Casta del Fuego. Alertados por el Kor, los Tau caían con toda su furia contra la retaguardia orka. Las grandes Armaduras "Apocalipsis" rociaron a los Orkos con fuego de plasma, achicharrándolos por docenas mientras los tanques Cabezamartillo abrían enormes brechas en sus pelotones. En apenas una hora, los Orkos estaban muertos o huyendo y el líder de los recién llegados encontró a Aun´shi todavía de pie frente a las puertas del templo; su lanza del desafío chorreaba sangre y solo un puñado de sus guardaespaldas seguían con vida. A pesar de las terribles bajas, la defensa de Fio´vash fue considerada una gran victoria, pues el templo de los Etéreos seguía en pie y las minas continuaban en manos tau. Los supervivientes del sitio reverenciaron a Aun´shi como un héroe y los Guerreros de la Casta del Fuego le juraron fidelidad por el resto de sus vidas.

La noticia de la victoria pronto llegó a los Etéreos de T´au, quienes, en lugar de permitir que Aun´shi pasara sus últimos años en Au´taal, decretaron que lideraría nuevas expediciones para expandir el imperio tau. Al final, Aun´shi no pudo gozar de un merecido retiro.

 

 

Sacado de la web de la GW.ES

 
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